Nuestra primera respuesta, por reflejo, tendería a decir que no. Pero no es tan así. O sí?
Veamos:
Ambas deberían definir la esencia, eso que las hace diferenciarse ante sus pares. Pero sus complejidades son distintas.
Una marca personal nos habla de una unicidad física. Y esa unicidad física tiene, de manera inmanente, una personalidad. Y esta no cambia. Se amortiguan o resaltan algunos rasgos. Es esta unidad, compleja y en permanente desarrollo, la que se adecua de acuerdo a su vocación, imprimiendo actitudes y un carácter que se transforma en su marca.
Así entendida, la marca personal guarda una directa relación con el llamado de esa persona que busca responder a la pregunta ¿para qué estoy acá? Y esto interpela para dar una respuesta, tanto en la vida profesional como en la privada.
¿Podemos decir que, análogamente a una persona física, una Empresa tiene una personalidad?
Definitivamente si. Pero como un organismo vivo que se desarrolla, sus partes constitutivas (las personas) son las que van definiendo esa personalidad. En este caso no es inmanente a la empresa. Parece, actúa como si lo fuera, pero no lo es.
Es por esto que, a diferencia de la marca personal, cuando se trata de una marca corporativa, una nueva generación de dirigentes, o tan solo un cambio de líder puede hacer cambiar, de manera completa, su personalidad y, con esto, debilitar irremediablemente su marca. Porque cambia la esencia de la Organización y la marca ya no es capaz de reflejarla y transmitirla a todos los grupos de interés.
A menos que…
Para que esto no ocurra, o para disminuir este riesgo, son necesarias una definición fundacional y dos actitudes medulares.
Por un lado, una definición de esencia abarcadora de la realidad consustancial de ese grupo humano: los que forjan su destino a partir de una visión, los que colaboran en esa aventura a partir de una comunión de visión, desde adentro o desde afuera. Una definición de esencia que enganche su razón de existir con aquellos que son servidos.
Y por el otro lado, las dos actitudes medulares que son: la capacidad de enamorar y contagiar la pasión para cumplir su razón de existir, y la excepcional capacidad de adaptarse y ser permeables a las cambiantes circunstancias que nos rodean.