Por estos días, me alegró volver a ver a una muy tradicional marca de fragancias masculinas -Old Spice- anunciando su desodorante. El comercial muestra a un personaje mezcla de Indiana Jones y James Bond, que avanza con decisión en un entorno selvático sobreviviendo ataques de todo tipo. Finalmente, logra llegar junto a una bella mujer la cual se deleita con el aroma de su perfume. La nota extrema está en que el personaje, de la cintura para abajo, es apenas un esqueleto gracias al encuentro con su último rival: un cardumen de pirañas hambrientas. Para reforzar el punto, esta misma marca lanzó una serie de comerciales protagonizado por Terry Crews, actor, comediante y ex-jugador de futbol americano, afrodescendiente, quién vestido sólo con un par de calzoncillos rojos “bloquea” el mal olor con sus poderosas extremidades.
Vean algunos de los ejemplos de esta campaña:
Ambas comunicaciones de marca son estratégicas y divertidas, algo para nada frecuente en el marketing de consumo masivo. Bien por Old Spice. Y mal por aquellas marcas que, incapaces de mostrar una identidad contundente, siempre terminan recordándonos a alguien más.
Pero, ¿a qué viene todo esto? Es por algo que leí en un informe de la Reserva Federal de los Estados Unidos. Dice el informe en un aparte: “en los últimos treinta años, la cantidad de bienes disponibles para los consumidores estadounidenses… ¡se ha multiplicado por cuatro!”. Y ya sabemos que cuando los Estados Unidos estornudan, Latinoamérica saca el pañuelo. En otras palabras, muchos de los países de nuestra región van a comenzar a mostrar (¿o ya lo hacen?) crecimientos proporcionalmente similares. Y entonces, cuando el abanico de posibilidades para comprar productos o servicios se abra frente a nuestros ojos, más colorido e imponente que nunca antes, como las plumas de un gigantesco pavo real, ¿qué marcas vamos a preferir? ¿Las que se han conformado con seguir las desgastadas recetas del marketing del siglo XX? ¿O las que se esfuerzan permanentemente por acercarse a sus públicos con ofertas de valor relevantes para cada uno de ellos? ¿Las que todavía creen que están vendiendo café o caldo de gallina? ¿O las que saben que una marca es mucho más que producto, precio, plaza y promoción?
Si duda acerca de cual es la respuesta correcta, ponga atención a estos ejemplos.
En el mundo de la gastronomía no hay fórmulas infalibles. Sin embargo, existen algunas condiciones que, al entender de muchos expertos, deben cumplir los negocios de este ramo si desean permanecer entre los preferidos de los comensales durante un buen tiempo. Algunas de estas condiciones tienen que ver con la iluminación y ventilación del lugar, la diversificación y amplitud del menú, la existencia de estacionamiento para los clientes y la vocación de la zona en la que esté ubicado.
Los dueños de GORDO, un exitoso restaurante bogotano, parece que no prestaron mucha atención a las recetas tradicionales del negocio. En primer lugar, eligieron un barrio de vocación aún no definida. La zona es una mezcla de edificios de apartamentos, tiendas de abarrotes, carpinterías, casas de antigüedades, gimnasios y hasta talleres de costura. El restaurante tampoco tiene estacionamiento, se las arregla con un servicio de valet parking. El lay out del sitio no responde al clásico de restaurante sino más bien al de un bar: su enorme barra recibe a los clientes con una muy buena selección de cocteles y ha sido, desde el principio, polo de atracción. Ambiente con poca luz y un menú americano, más bien breve, en el que se destaca su ya famosa hamburguesa, completa la caja de herramientas de esta exitosa marca que no tuvo miedo de correr el riesgo de ser original y fiel a una esencia claramente definida.
http://www.gordobar.com
Imagine un banco en el que los depósitos de ahorro de las personas y organizaciones sirven para financiar el desarrollo cooperativo, los valores transformadores, la agroecología, la cooperación al desarrollo, el comercio justo y la lucha contra la exclusión social. ¿Fantasía? ¿Alucinación? ¿Ciencia ficción? Pues no. Existe. Y se llama FIARE, Banca Etica. El resultado de la unión de dos proyectos nacidos en diferentes países -Italia y España-, pero basados ambos en las finanzas éticas.
Ambos quieren ser una herramienta al servicio de la transformación de la sociedad a través de la financiación de proyectos de la economía social y solidaria y la promoción de una cultura de la intermediación financiera, bajo los principios de la transparencia, la participación, la democracia y el crédito como derecho.
Una de las particularidades que más llama la atención es que uno siempre sabe en qué se invierte el dinero que deposita en FIARE. Por ejemplo, usted puede abrir una cuenta de depósito y poner sus ahorros como aval solidario de fondos que sirvan para favorecer procesos de desarrollo humano, económico y social que sacarán de la pobreza a personas en lugares como Senegal, Perú o Ecuador.
El objetivo final del Banco es recuperar el valor social del dinero. ¡Impresionante!
Otro ejemplo que demuestra cómo una esencia clara, profunda y honesta, logra construir marcas valiosas y relevantes para la gente.
http://www.fiarebancaetica.coop/quienes-somosSi lo anterior no fuera suficiente para promover un cambio de mentalidad acerca de cómo gestionar nuestras marcas, la última gran encuesta de Ipsos-Napoleón Franco sobre la credibilidad de las instituciones en Colombia (2014), deja muy mal paradas a casi todas, con excepción de las fuerzas armadas y la iglesia católica. Y esto no es un fenómeno exclusivamente colombiano. En Argentina, Brasil, España y muchos otros lugares del mundo encuestas como esta arrojan resultados similares. Esto, para los países es una dura prueba a superar.
Pero para las marcas, representa una oportunidad de oro: la de convertirse en referentes. Esos “tótems” sólidos, creíbles, honestos y confiables que toda sociedad necesita. Por eso, es imperativo para las marcas -aún para aquellas que creen estar de vuelta de todo esto-, hacer un “ejercicio espiritual”, repensarse como parte del gran ecosistema humano y definir sus posiciones en el mundo, dejando de lado fórmulas obsoletas y discursos gastados. Es hora de que se ganen un lugar en el mundo y en el corazón de la gente, mostrándose como realmente son, con virtudes y defectos, honestas, abiertas, cercanas, valiosas, fieles a su esencia.
Porque todos necesitamos creer en algo.