Recuerdo claramente una publicidad de un banco local cuyo mensaje principal decía: «Un buen nombre es lo más valioso que uno puede tener». Algo memorable porque es algo que escuchamos en nuestras familias. No pocos hemos oído de nuestros abuelos la sentencia «hay que cuidar el apellido». Podríamos decir que nuestro nombre completo es algo así como nuestra marca. Aquello que nos diferencia. Aquello que nos da identidad.
Claro que una empresa tiene ese nombre que la diferencia. es parte de su marca corporativa.
Pero una empresa, a diferencia de un individuo, representa a un conjunto de personas con objetivos personales, edades, sexos y orígenes diferentes, entre otras características.
Sin embargo, en el mundo económico, en el que se producen y comercializan bienes y servicios, los consumidores no miran a ese grupo de personas. Miran a la marca. Y esa marca debe transmitirles aquellas cosas por las cuales esa empresa tiene una razón de existir.
Si volvemos a la analogía con una persona, ¿qué pasa si una persona no tiene apellido? o ¿si su apellido no «me suena»? ¿Y qué si no tiene, ni siquiera, nombre?
Teniendo nombre y apellido, ¿nos gustaría que nos identifiquen por la primera impresión -cualquiera que esta sea- o que nos conocieran por lo que realmente somos?
Una marca transmite, lo queramos o no, muchas cosas de la empresa: Es nueva, joven, vieja, tradicional, segura, innovadora, conservadora, ágil, pesada, confiable, agresiva, cordial, en fin. Un sinnúmero de adjetivos, cualidades.
Te pusiste a pensar alguna vez en ¿qué es lo que efectivamente perciben y recuerdan de tu marca aquellas personas que le dan la razón de existencia? ¿Estás seguro de que todos tus colaboradores comparten esa percepción?
Una buena marca lo es cuando está alineada toda su comunicación con su esencia. Es decir: cuando es coherente.
La esencia de una empresa debe ser explicitada. Y esa declaración de lo que somos debe ser compartida por todos: colaboradores, proveedores, clientes.
De esta manera, y solo de esta manera, puede trascender a las generaciones. De diferentes maneras y por diferentes medios. Con su hacer diario. En otras palabras, toda su cultura debe estar en coherencia con su esencia.
Si es así, entonces, el nombre de una empresa transmitirá aquello que es.
¿No te parece que hay que prestarle atención a tu marca corporativa?